Este universo de objetos conectados, ha dado lugar a la aparición de un nuevo concepto conocido como Internet de las Cosas o IoT (Internet of Things). Este paradigma propone que todos los objetos que nos rodean a diario estén interconectados a través de Internet, siendo sus características y usos globalmente accesibles entre sí de modo ubicuo. De esta forma, IoT puede verse como un ecosistema tecnológico que puede ser usado para resolver múltiples problemas y generar nuevos servicios.
Gracias al uso de IoT es posible obtener una mayor información de los sistemas y procesos, disminuir costes, crear nuevos servicios para mejorar la gestión de las ciudades y empresas o aumentar la información disponible por la ciudadanía. Quizás, por ser uno de sus orígenes, IoT puede ser explicado, de forma altamente simplista, como un conjunto de dispositivos electrónicos que, a través de Internet, recaban información y actúan con el contexto y las personas. No obstante, el potencial real de IoT es mucho más amplio y apenas se vislumbra. Las iniciativas en torno a IoT se encuentran en alza, con grandes expectativas de expansión y con gran impacto económico y social. Hasta cierto punto, se podría decir que IoT da soporte, cuando no ha llegado a absorber, otros conceptos como SmartCity, Industria 4.0, wearables, etc.